La expresión anglosajona “cara de perra” se usa para describir a una
mujer con un gesto involuntario de molestia o desdén en el rostro, y
antes era sólo una “cosa” que no tenía nombre. Su popularidad ha llegado
a tal punto que los científicos conductistas Jason Rogers y Abbe
Macbeth, quienes trabajan para la firma Noldus Information Technology decidieron investigar porqué algunos rostros son completamente inexpresivos mientras otros parecen despectivos.
Para ello, condujeron un estudio de miles de caras a través de una herramienta llamada FaceReader,
diseñado para identificar expresiones faciales específicas basadas en
emociones como la sorpresa, alegría, tristeza, miedo, enojo e ira entre
otras, con 500 puntos de expresión registrados en cada rostro analizado.
Para crear un estándar de emociones de manera que el programa tuviera
un punto de referencia, primero evaluaron una serie de caras sin
expresión que en conjunto registraron el 97 por ciento de neutralidad, y
el tres por ciento restante incluía pequeños repuntes de emoción como
tristeza o sorpresa pero nada significativo.
Después ingresaron a la base las caras de los casos más severos de
“cara de perra” en la historia, como a reina Isabel, Victoria Beckham y
Kristen Stewart para determinar el porqué, aunque no hacen ningún
intento por mostrar una emoción, lucen tan enojadas con la vida. Estas
caras registraron solo el 94 por ciento de neutralidad, con una
tendencia hacia la emoción percibida como “menosprecio”.
Macbeth mencionó que el gesto de menosprecio se caracterizó por los
labios echados hacia atrás, creando una especie de mueca, junto con un
ligero entrecerrar de ojos. Pero lo más fascinante que encontraron fue
que aunque se piensa que las mujeres son quienes más sufren del síndrome
de cara de perra, el fenómeno no se presenta particularmente en las
mujeres: “pero estamos más acostumbrados a notarlo en las mujeres porque
ellas tienen más presión que los hombres para ser felices, sonrientes y
llevarse bien con los demás”.
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