La pequeña quiso acercarse un poco a los gigantescos equinos y después de acariciarlos, pidió a su madre que le tomara una fotografía, así que se plantó con una gran sonrisa frente a los caballos. Sintió un movimiento detrás de ella pero no le hizo caso y cuando vieron la captura de la cámara, no podía ser mejor.
¡El caballo también quería posar con una gran sonrisa!
¿Quién dice que los animales no tienen sentimientos?
0 comentarios:
Post a Comment